Apuntes de clase

Lo ordinario, común y corriente esconde su propia belleza.

martes, 6 de mayo de 2014

Deriva

Redescubriendo la cotidianidad

Salirse de la rutina al fin de cuentas no es tan malo, descubrir lo que a diario por el afán, la pereza, el cansancio o simplemente por costumbre ignoramos es casi como nacer en un mundo distinto cada vez que uno se atreve a experimentar nuevas cosas. 

La misión es salirse de la rutina, estar atenta y con disposición para seguir las indicaciones de un grupo de compañeras que realizaron una deriva para la clase. 

Redescubriendo la cotidianidad 

Fue el título que decidieron darle a un audio de 16 minutos que buscaba  guiar y permitir que una persona en cualquier parte del mundo redescubriera el entorno que por horas, días o quizás meses había ignorado.



Salí entonces con mi libreta y lapicero como lo pidieron y llevé mi celular como de costumbre, estaba lista para sumar las estrellas de las actividades que escucharía. 





Mi recorrido inició lleno de mucha expectativa y con poca gente por saludar, así que decidí caminar un poco más rápido de lo normal, al ritmo de la electrónica, mientras sonreía y me anunciaban el fin de la actividad. 

(tres estrellas) 





¿Darle una flor a una persona y decirle que estaba radiante? eso normalmente no lo hago, quizás porque desde pequeña me advirtieron de no hablar con desconocidos, así que esta actividad me pareció algo incómoda, pero sin embargo la hice, decidí simplemente entregarle una flor a la primer persona que pasó sin decirle nada, para el momento ya estaba un poco roja de la pena que me dio, y a quién le entregué más sorprendida que yo.

(una estrella) 




Llegué a la esquina más cercana, sin embargo seguí caminando al ritmo de la música, pero escuché: "grita abrazos gratis! y preferí seguir caminando, uno porque no había a quién darle un abrazo, la calle estaba vacía y dos porque creo que sentí pena de solor pensarlo , por eso preferí seguir adelante, sonreír luego de imaginar como sería la escena - en una esquina gritando abrazos gratis-   mientras escuchaba la canción de fondo y como para completar me piden: hablar con una persona inventando que lo conocía y pedirle dinero para el pasaje, sabiendo que era un desconocido. Para este punto ya me estaba sintiendo demasiado avergonzada y motivada a no hacer la actividad, sino por el contrario a escuchar la música y admirar entonces las calles, las personas, el clima, en sonreir y saludar si era el momento, en mirar a las personas a la cara.
Las estrellas las perdí, y cómo no me avisaron de llevar dinero para montarme en un medio de transporte  me toco seguir caminando,  esta vez más animada por la buena banda sonora, e imaginando como habría sido realizar todo lo que estaba escuchando, - recordé las muchas veces que al subirme al bus, ante mi saludo cordial de buenos días, buenas tardes o buenas noches se le cambiaba el rostro al conductor,  las veces que las  personas adultas me preguntaban si estaba en el bus correcto, si podía cerrar la ventana o simplemente me contaban lo que habían hecho y todo lo que les faltaba para llegar a casa, incluso recordé el día en que un adulto mayor me paso su smartphone para que le contestara una llamada y para que le enseñara a marcarle a su hija - las risas fueron espontaneas, caí en cuenta de otras formas con las que se puede romper la rutina, simplemente aceptando una conversación de un extraño sin necesidad de entrar en su intimidad y de quizás presionar una conversación.
(de nuevo pedí las estrellas) 

Ahora hablar con otro acento para romper la rutina, que divertido y más aún que fui una afortunada porque me encontré con una señora conocida por mi mamá, la sorpresa al verme fue mucha y más cuándo de repente y antes de saludarla le pregunto con voz española forzada ¿eres feliz?, después de su respuesta, las risas y la charla fueron inevitables.
(me gane las tres estrellas por fin)

De la deriva descubrí que generalmente por andar con afán uno se pierde de ver los rostros, las facciones y los rasgos de las personas que están en el camino, que no hay que sentir que está haciendo el ridículo para descubrir que hay muchas formas de hablar y de interactuar sin pronunciar una palabra con las personas que vi.
La imaginación se volvió una aliada en el recorrido, porque muchas de las actividades por hacer ordenadas en la deriva  por falta de motiviación, de una explicación clara del por qué hacer esa actividad, por timidéz o deseo de no quedar mal ante los demás, de pasar por extravagante o intimidar  a quien desconozco totalmente no hice.
Lo que me quedó entonces fue un llamado a escuchar mi entorno, a saber que una acción puede cambiar el día de otra persona, que ayudar cuándo alguien lo necesita y puedo hacerlo es más lindo, y de observar los detalles simples de la vida que valen mucho más que pasar la vida haciendo mala cara.
Sin embargo para quienes crearon la deriva tengo algo que decir, y es que para mi redescubrir la cotidianidad no es necesario hacer que quienes no tenemos el valor para romper el hielo tan fácil con las personas extrañas pasemos pena y verguenza, sino por el contrario incentivar a que eso tan pequeño que a diario se ignora, se empiece a valorar,  un saludo, una sonrisa, una mirada o un gesto de solidaridad si es el caso y advertir si se debía llevar dinero.




Así suena La Aurora Baja en Dosquebradas, mientras volvía a casa 

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Laura Arcila Osorio










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